La bajada histórica del euríbor fue el empujón que ha devuelto el ánimo para solicitar préstamos hipotecarios. Sin embargo, debido a la inflación actual, la aparente tranquilidad en el sector podría desmoronarse.
La inflación en la Eurozona cerró enero en el 5,1%, máximo de la serie histórica. En diciembre ya había sido del 5% y la previsión para el conjunto de 2022 que hace la Comisión Europea para el territorio de la moneda común es del 3,5%.
La persistencia de la escalada de precios, por culpa de la energía, mantiene en alerta al Banco Central Europeo (BCE) y podría precipitar el ansiado cambio de guion en la política monetaria.
Hasta ahora el BCE presidido por Christine Lagarde se había resistido a subir los tipos de interés de referencia, pero los niveles de inflación y su impacto sobre las economías hacen sopesar a la institución pensar en posibles alzas a corto-medio plazo. Así lo dejó entrever la propia Lagarde y así lo recogió el mercado.
Ante el cambio de discurso de la presidenta del BCE, todo reacciona. Incluido el euríbor, el índice al que están referenciadas el 80% de las hipotecas en España. Si hay predisposición a subir los tipos, este aumenta; y si se consuma, todavía más. El euríbor lleva ya seis años en terreno negativo pero en esta pandemia ha marcado mínimos históricos uno tras otro hasta llegar a rebasar la barrera del -0,5%. Las palabras de Lagarde, por su parte, han hecho que el índice diario a 12 meses llegue ahora a situarse en el -0,3%, con una subida considerable en cuestión de 10 días.
Así las cosas, si sube el euríbor, aumenta el coste de las hipotecas. Principalmente las que se firman a tipo variable, pero también las fijas por efecto ‘contagio’ ya que todo el mercado está entrelazado. El interés del tipo variable se conforma por un diferencial (un fijo que se paga, por ejemplo del 1,5%) más el euríbor. Cada banco establece su propio diferencial, igual que establece también el interés en las hipotecas a tipo fijo. Hasta la fecha, con el euríbor en mínimos históricos, a los bancos no les convenía el tipo variable y han optado por potenciar el tipo fijo con una guerra entre entidades, tirando abajo cada vez más el coste de este tipo de hipotecas. En noviembre de 2021, por ejemplo, el 67,5% de las firmas fueron a tipo fijo, cuando en 2009 apenas llegaban al 3%.
Ante una previsible subida del euríbor, los bancos se frotan las manos ante el encarecimiento de los préstamos sobre vivienda. Los tipos variables crecerán al compás del índice, aunque cada cual también jugará con sus diferenciales. Además, las entidades también llegarán a modificar las condiciones de sus tipos fijos, ya que les interesará cada vez menos estas hipotecas e irán subiendo poco a poco el interés de ellas.
Depende del BCE
¿Cuándo ocurrirá el cambio de estrategia en la banca? Es difícil de saber. Por lo pronto, fuentes del sector confirman que no se van a precipitar encareciendo sus hipotecas simplemente por las palabras de Lagarde sobre los tipos de interés de referencia.
La clave en su toma de decisiones no está en las pocas décimas que puede incrementarse el euríbor con la retórica de la banquera central, sino en los hechos consumados del BCE. La intención, según fuentes financieras, es cambiar de manera real y fehaciente su oferta de hipotecas cuando la subida de tipos se confirme que es una realidad. Mientras tanto, ‘wait and see’ (‘esperar y ver’) con su oferta actual.
Aun así, sí que puede haber entidades que piensen en matizar estos meses ligeramente su estrategia. Es decir, salirse de la guerra a la baja de las hipotecas fijas.
Fuente: www.abc.es