La hipoteca inversa es una modalidad de préstamo para obtener liquidez a través del patrimonio pensado, especialmente, para pensionistas o personas en situación de dependencia severa. «Mediante una hipoteca inversa, el propietario de la vivienda cobra del banco una renta con el respaldo del inmueble, que sirve como garantía».
Por la naturaleza de la operación, está dirigido a personas mayores de 65 años, de modo que, al fallecimiento del propietario, los herederos deberán decidir si satisfacen la deuda con el banco adquiriendo una hipoteca o con fondos propios o venden el inmueble. «El importe del préstamo se puede recibir en un único pago, mensual o ambas», apunta la experta, quien añade que estas condiciones dependerán de la edad del cliente y el valor que tenga el inmueble. Con este producto, el prestatario mantiene la propiedad y el uso hasta su fallecimiento, obteniendo un extra en su pensión.
Desde que se regulara esta figura en 2007, en los primeros años se registró el mayor número de concesiones. Según los datos del Centro de Información Estadística del Notariado, el ejercicio en el que más operaciones se registraron fue 2009, con 780. Desde entonces, el número de préstamos ha caído, con algunos altibajos, y en 2019 y 2020 se formalizaron 149 y 111 actos, respectivamente, con cuantías promedios de 472.760 euros y 403.925 euros, en cada caso.